8.9.13

<< Quiero

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Sé muy bien que mi historia
es la historia del niño que miraba tanto al cielo que se le puso cara de nube,
y que la mujer que me ame
deberá martillar mil veces en el vacío para acertar una sola vez en mi clavo,
pero dejadme pedir este mi quiero,
perdón por la tontería,
una mujer es mi requiero, mujer con azul tridente o blanco mogadiscio.

Una mujer con faros antiniebla. Quiero.
Una mujer soleada y sin airbag para besarla transparente en los extrarradios.
Una mujer con el alma impura y la piel impura y la cabeza llena de calcetines sucios.
Una mujer para decirte, Sofía (en el caso de que te llames Sofía),
solo soy una nuez, pero si te atreves y partes esta nuez
encontrarás dentro galeones y grúas y muchos elefantes.

Patentaremos juntos una nueva versión de lluvia.
Criaremos caballos musicales cuyo galope sincronizado será el nuevo rock de Malasaña.
Fabricaremos las pilas eternas para los Amores Descomunales.
Seremos como tenistas comiendo melón en el cine, y la gente nos señalará indignada:
“Mirad a esos, no hay derecho, ¡se están amando en pleno miércoles!”

Perdón por la tontería,
pero no quiero mujeres
que me nieguen el chocolate de estrellas
o que respeten la apertura de sonrisa fijada por el gobierno.
No quiero mujeres con paraguas que parezcan paraguas que llevan mujeres.

Una mujer con pulgones. Quiero.
Una mujer con erratas de luna para amarla en picado a pesar de sus virtudes.
Una mujer para plancharle el corazón sobre latas de cerveza y dejárselo lleno de colas de lagarto.
Una mujer cuyas pisadas no dejen huellas en la nieve, solo en los tétanos de mi corazón silvestre.
Una mujer para decirte, Paula, (en el caso de que te llames Paula),
los fracasos que conoces son meras uñas de ratones:
los que yo te enseñaré serán leones enteros.

Robaremos a mano desarmada una violeta salvaje y la llevaremos en la boca con la divisa de AMARNOS SIN DEBERNOS.
Tendremos un hijo lunático y ajedrecista que fabricará bolas de palabras y destruirá el Bundesbank.
Crearemos una nueva receta de beso con más de veinte ingredientes distintos,
y la gente dirá: “¿Una receta mágica de beso? Pero qué sentido…”

Perdón por la tontería,
pero no quiero mujeres que pongan comida matadelfines en los desagües,
o tan serias que necesite comprarme una pértiga para saltar la valla de sus cejas.
No quiero mujeres que no coman aceitunas por si el cáncer de mama,
o no vean baloncesto por si la prórroga, o no beban cerveza por si el embarazo.

Una mujer con algo de anaconda. Quiero.
Una mujer como un descampado para manosearla sobre paisajes de Chagall tigreados.
Un amor que no sea túnel sino puente, que no sea cebolla sino naranja, que no sea triste y versitriste sino alegrista y en parapente.  
Una mujer tan kilimanjara que necesite dos sherpas y un vaso de whisky para llegar del bajo de su carne a la cima con gato de su alma.
Una mujer para decirte, Raquel (en el caso de que te llames Raquel)
si escribo versos es porque no sé escribir aviones:
mis poemas sólo son una forma de acariciarte.

Sólo he vivido en dos lugares de este mundo
y fue en las bocas de las dos mujeres que amé.
A las dos amé por su demasiada cilindrada
y las dos me amaron por mi falta de simetría.
Una mujer. Quiero.
Que tenga color de viento. Quiero.
Que suene a clítoris.

En las sábanas del futuro.


(Perdón por la tontería).

Basterrechea/Batania/Alberto/Batania. >>

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