16.2.14

En cuántos


Ahora que caminas por las calles con rostro de berenjena
y más feliz que una ardilla con vestido nuevo de volantes,
y yo estoy solo y mastico solo y rencoroso los segundos,
permite que perverso te pregunte en cuántos, escorpiona,

en cuántos kilómetros de cuerpos tendrás que frotarte
para borrar hasta la última mota insistente de mi recuerdo,
en cuántos bares o callejones sucios te entregarás en serie
mientras la luna te baja despacio la cremallera de tu falda,

con hombres
que ni el tímpano de mí, que ni el cúbito
de mí, con hombres sin vaca de estrellas que ni
la pala de mi canoa,

en cuántos baños torcidos de fiebre te bajarás las bragas
para olvidar las líneas y betunes perdurables de mis manos,
en cuántas playas dejarás que te bronceen la espalda
ante la mirada lasciva de las olas a punto de romperse,

con hombres
que te besarán el labio solo y la lengua sola,
con hombres que te lamerán el clítoris solo
y te penetrarán tan solo,

mientras que yo, niña escorpiona,
yo no besaba solamente lo que va de tu lengua al labio
sino tu muñeca curva de escritora mulata y sobredotada,
yo besaba tu furia de justicia y tus palabras versimotoras,
yo besaba tu huracán de mapas zurdos y zurdas aleaciones,

yo, niña escorpiona,
yo no lamía la mera delicia que sonríe dentro de tu vulva
sino la chica que borracha gritaba rabias y revoluciones,
yo lamía la agitadora que portaba pancartas en el 15M,
yo lamía tu enredadera y tu grano de anís orgulloso,

en cuántos despachos nocturnos restregarás tu columna
para acallar a golpes el grillo alegre de mis canciones,
en cuántos hostales vacíos tenderás tu insensata belleza
para cortar con minucia las corbatas que no me puse,

con hombres
que ni el sépalo de mí, que ni mi eslora
ni mi palo de mesana, con hombres
a los que podría aplastar con una metáfora
y que huirán enloquecidos cuando descubran
mis versos,

porque yo, niña escorpiona,
yo no amé tan solo tus naranjas de sol
sino también tus naranjas de sombra,
yo no amé tus virtudes de Persia
sino de Persia también tus errores,

yo, niña escorpiona,
yo sabía mejor que nadie que las mujeres
que vuelan cien aviones más altas
también dañan como cien aviones,

en cuántos pasillos oscuros dejarás tu cuerpo satenado
para extirparme y desaparecerme hasta los raigones,
en cuántos hombros descansarás tus pieles pleamares
para negar lo que te amé y te amaba, lo que te amo,

porque aún te amo, sí,
te sigo amando:
y aún espero como una polilla extraviada
a que me vuelvas a encender la luz
cuando te canses de tus
en cuántos.

Alberto/Batania/Neorrabioso

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