26.6.18

Castillos en el aire Parte I

                                                              (Aplausos)
Y ser yo
y escribir nuestros nombres en todas las paredes de la ciudad
y acabar con los miedos 
y besarnos, mordernos y cogernos
y hacer el amor
y tu mirada en la mía y tu mano en la mía y tu vida en la mía
y vivirnos, amarnos, consumirnos
y admirarnos, cuidarnos y a veces sufrirnos
Y ser nosotros.
S.T.



23.6.18

17

Quería decirle que yo aceptaba la boda y 20 hijos si ella quería, y comer sano y bañarme a diario y hacer el amor los fines de semana y recoger a los niños mientras ella duerme. Quería decirle que yo aceptaba unos 2 pleitos por semana si todo lo arreglabamos a besos. Incluso subir el cerro aunque muera en el intento. Que yo aceptaba sus términos y condiciones sin leer las letras pequeñas. Que yo me prendía fuego si eso le hacía gracia. Quería decirle todo y tanto, pero en vez de eso: La besé.

S.T.

19.6.18

Ciempiés

¿No te ha pasado que sientes que se te cae la cara, los huevos, la existencia? Y está ella de frente tuyo y te dice muy bajito, ahí al oído: "tranquilo...", y te da un beso y el mundo se vuelve a armar y tú no sabes cómo le hace para cargar ese bulto que eres a veces. Y tú no sabes cómo le hace para que ya nada te duela. Y no sabes cómo le hiciste tú, para lograr que fijara su atención en ti. No sabes un carajo, más que el hecho de que  soltar su mano sería un error. De esos grandes, irreversibles. Pero tranquilo, aquí está, ya viene…

S.T.


11.6.18

Dados

Quisiera correr al cuarto de mamá y pedirle muchas monedas, que me adelante todos los domingos de mi vida junto con mi herencia y decirle que le lavo los trastos durante los siguientes 10 años si me da todas las monedas que encuentre en su bolso. Para invitarte un enorme cono de helado, con 200 bolas de todos los sabores que puedas imaginar. Para llevarte de la mano mientras comes un algodón más rosa que la vida, más grande que mis sueños. Aventar monedas en el aire y ganarme el oso más grande de todas las ferias del universo. Y tomarte de la mano con todos los nervios que guardo desde que tengo memoria. Y olvidar por un momento que las cosas no son posibles, y olvidar la guerra, y olvidar lo rotos que hemos estado y olvidar tu ausencia y el dolor. Y quedarme ahí, mirándote con tu enrome vestido de olanes. Y quedarme ahí mirando mi última moneda como el que mira al cielo y pide un deseo. Deseo que todos tus sueños se hagan realidad, que nunca dejes de sonreír porque iluminas todo a tu paso, deseo que nunca sueltes mi mano, que subas a la rueda de la fortuna y que la fortuna sea que me des un beso que me quede cuajado, ahí en la cima de nuestro mundo. Deseo, deseo, deseo sacar el chicle rosa y que cuando lo veas brinques de emoción como quien ha encontrado el amor de su vida. Como yo cuando te encontré, como yo cuando te miré y te besé y me hice niño otra vez, y otra vez volví a creer en la magia y los cuentos con finales felices y los cuentos sin final. Como yo que a tu lado le doy la vuelta al sol en un jodido carrusel, como yo que a tu lado olvido todo el daño que nos podemos hacer, como yo que a tu lado vuelvo a creer que la vida vale la pena, como yo a tu lado. Yo, tu niño, siempre tu niño esperando, con un sinfín de globos listos para despegar al para siempre. Una vez y otra vez y otra Vez y las veces que sean necesarias.

S.T.

9.6.18

Amor-es Parte II

CAOS.

No te he dicho lo suficiente. Como la vez que me mandaste al coño por no entenderte. Por no ser compatible contigo, con tu jodido signo. Por no tener una fecha de nacimiento digna de tu fase lunar favorita –lo arruinas todo cabròn- lo tengo taladrando mi cerebro, todas las noches antes de dormir. Todas las noches que no puedo dormir, bruja jodida. Todas las noches que tengo que rasguñar entre tus naderías, buscando dónde salió todo mal. Buscando dónde exactamente se rompió. ¿Fue aquella vez que te veías hermosa y no te dije nada? ¿Fue esa ocasión que no dejé de llorar pensando en todos los hijos que nunca vamos a tener? ¿O fue la misma mañana que pusiste un pie en la puerta y yo ya no intenté detenerte? No te he dicho lo suficiente, porque no tengo vida, no existe posibilidad humana. No escribo tan rápido como pienso, y no pienso tan rápido como siento. Imagina entonces, todo lo que no ha llegado ni un poco cerca de tus ojos, de tus oídos. Imagina entonces todo lo que nunca sabremos, todo lo que perdimos, lo que ganamos y no festejamos. Todo el amor que pudimos hacer. Toda la mierda que nos hemos ahorrado, el dolor, el sacrificio del que nos hemos librado. Por amarnos sin conocernos. Por dejar la necedad de que el amor lo puede todo. Las fiestas vacías, el sexo mundano. Las casualidades que ya no importarán, las diferencias. Las películas, los fetiches. Cada pequeño recuerdo depositado en la cápsula del tiempo que enterramos en la eternidad. Todas las mujeres que dejé pasar pensando que tú eras la última, la única, la –me cago en dios-, la – que suertudo bastardo por encontrarla-, todas las cosas que ignoré. Tus reglas absurdas de cuánto y a qué hora debía comer, bajo la premisa de que querías que te durara muchos años, porque amarías mis arrugas y mis manos. Porque nos veíamos muy bien caminando juntos por la calle. Comiendo tus jodidas manzanas porque algún día íbamos a recordar toda nuestra vida, desde la cima de una montaña en otro planeta con el aire más puro de la galaxia. Todos los cigarros que dejé de fumar porque me amabas tanto que incluso amabas todo lo que no podías ver: mis jodidos pulmones, mis terribles dolores, mi solitaria infancia, mis defectos que con el paso del tiempo aprendiste a ver a 100 km a la redonda. Mis defectos que tomaste en los brazos y los amaste hasta que era una carga tan grande que los pusiste en adopción, pero deseando que nadie los quisiera. Porque así era tu egoísmo, del tamaño de las bolas que me dejabas cuando no querías ni coger porque no era el momento, porque no había motivos, porque no.



S.T.

1.6.18

Indefectible Parte I

-¿Eras tú -Sebastián, hijo de la gran chingada- eras tú?
-Y sí, era yo. 

¿No te ha pasado que te burlas del destino y entonces su venganza es una ironía? 
Ojalá fueras cierto, ojalá por fin te haya encontrado.

 El pequeño Sebastián y su terrible manera de conquistar: Quizás si le tiro su postre de limón al suelo ella entienda que me gusta. Quizás si le meto el pie, le saco la lengua, le doy un golpecito pequeño -quizás si hago todo eso- ella entienda que soy el niño más enamorado de toda la colonia. Quizás si le hago al valiente y me subo al árbol sin romperme una pierna, se vuelva loca de amor y me de un beso en el recreo delante de todos... 
Pero ese romanticismo de cavernícola fue en vano y me ha llevado a ser un errante por tantos años que me resulta imposible creer que estás aquí, frente a mí, diciendo que eras tú la niña de la que huía, que eras tú la niña que se levantaba el vestido para que yo me pusiera de mil colores, y que era yo, el niño más bobo de todo el cole.  Y que probablemente nada ha cambiado, que ha sido el camino más agotador de todos, que te he buscado, que me has esperado. Que nos hemos equivocado, llorado, berreado. Que aquí estás, que eres tú, que es absurdo, que no te creo, que tengo miedo, que exploto. Quizás si le escribo ella entienda que me gusta. Quizás si me pongo ebrio y le canto y le pongo nombre a todos los hijos que no vamos a tener- quizás si hago todo eso- ella entienda que soy el pendejo más enamorado de todo el universo. Quizás si le hago al machito y me aviento por un barranco, quizás me dé un beso.
S.T.