Necesitas simple, Sebastián. Que la tengas de frente y no sepas si ponerle atención o comerte su boca o perderte en sus ojos. O mentirle, mentirle toda la noche, toda la mañana, las 24 horas del día que piensas en ella, hablas con ella o de ella. Mentirle sobre como su simpleza no tiene efecto en tu cerebro, sobre como su proximidad no tiene oportunidad sobre tu cuerpo. Mentirle sobre tus nervios, sobre tus sueños. No decirle por ningún motivo que esos labios de melocotón, que esos ojos ámbar, que esa sonrisa; mentirle. Necesitas irte, Sebastián. Que esas tierras no son tuyas, que esas piernas te van a hacer más daño que una guerra. O mentirte, que no te gusta, que no la piensas, que no es lo tuyo, que no es tan grande. Mentirte sobre el nuevo motivo de tus pajas, sobre lo lígero que andas, mentirte, pequeño Romeo, sobre cómo van a acabar las cosas, cuando empiecen.
Necesitas/ ella.
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