Me hago a la tarea diaria de recordar el tono
que usabas en cada oración. El secreto de los que nunca te escucharon reír a carcajadas
y jamás sabrán
lo que es llenarse de vida en un minuto.
Tus silencios como lenguaje favorito, que he adoptado tan bien.
Y un tú, sentado, inmerso frente a todo
lo que construías,
todo tan tuyo.
Y un yo, que no volverá a ser el mismo.
S.T.
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