Dices que debería comerme el mundo, pavonearme de que es mío. Dices, que la vida dura poco, que los arrepentimientos duran menos, que no importa. Que tus manos tienen hambre todo el tiempo de cosas tangibles. Que tu cuerpo es un templo que da posada a los peores errores. Que no es tu culpa tenerlo todo, quererlo todo. Que mi existencia vale menos que tus pretextos. Que besarte me dejaría mudo. Que ya fuiste veneno. Dices y gritas que mi hombría la llevo en el pecho y me late a toda prisa cuando tengo miedo. Que no hay vuelta atrás. Que eres experta en todo menos el silencio. Que sabes a gloria pasando por el infierno. Que soy un niño. Que soy tan bobo. Que no he vivido. Y me lo dices todo, cariño, desde tu castillo de polvo perdido en el viento.
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