Tengo millones de hijos en los huevos, esperando tu aprobación. Dueles, cariño, ardes. No hay nada de sutileza en tus gestos, tus manos. Estoy hasta la asfixia por naderías que anidan en tu cuerpo. Templo tan ajeno, nada sagrado. Estoy, estoy seco y te describo el desierto con detalle. Se parece a besarte. Estoy pero no sé si soy. ¿Cuándo levantas la voz para anunciar que eres mi propiedad? ¿Cuándo sale de mi bolsillo la bandera blanca y lloras?
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