Es que cuando Sabina dijo –yo no quiero que elijas mi shampoo- yo en realidad estaba pensando que sí quiero, carajo, claro que yo sí quiero. Porque te veo y se me olvidan las veces que te he odiado, se me olvidan las veces que he odiado al mundo entero. Porque una mujer como tú, bien vale un plomazo en los huevos. Porque la vida es ese absurdo momento que vivo cuando no te estoy soñando. Porque la vida, pequeña dueña de todo, la vida es repetirte ridículamente que eres la cosa más viva que tengo pegada en mi existencia. Por haberte encontrado ahí, en el lugar más remoto del universo. Por pensar en tu coño como desayuno. Por pensar, pensar, de qué forma hacerte saber que yo puedo ser tu búfalo. Y serlo. Serlo desde que despierto, ser irónicamente más tuyo que mío. Que mis pensamientos le den la vuelta al mundo y siempre encuentren la forma de llegar a ti. No poder burlar a mi mente, a mi cuerpo, o a mi corazón de que te pertenezco. ¿A qué te sabe la vida desde que aparecí? Que eres capaz de extenderte y conectarte más allá de ti misma. Y no puedo, no puedo hacer otra cosa más que idiotizarme, embelesarme y continuar.
S.T.
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