31.8.20

El viaje.


Y te amé, a pesar de mi propia advertencia. Y empecé a amar en ti cada peculiaridad. Cada grieta y cada espacio que me aferré en ocupar. Por si un día nos faltabamos. Por si un día y otro día y tantos días, mi amor. Y puse la última esperanza que me quedaba: para ti. En esta cajita del tamaño de tus manos. Y aprendí a esperarte en el mismo lugar que me dejaste. Y aprendí a ser yo, y a jamás volver a callar todo lo que mi cora grita. Te grita. Y terminé sediento de ti y del nosotros que tanto anhelo. 
Y terminé cerrando los ojos, pidiendo que nunca te falte éste todito yo. Y que nunca me sobre ese todito tú. Y volvernos invencibles, incluso contra nosotros mismos. Y me volví a asomar al futuro, sólo para confirmar que sigue teniendo tu nombre. 
S.T.

20.8.20

El camino Parte I.

          (Tenía tanto miedo de llegar a la cima, hasta que tomé tu mano.)
Pude imaginarnos como reyes del mundo desde que me llamaste tuyo. 
Logré entregarte en su mayoría a mis demonios. Y lograste enamorar a los que quedaban sueltos. No le llamo magia, siempre que te veo le llamo amor. 
Y me quedo en silencio, ahí sentadito donde me dejas a esperarte, 
ahí donde construimos cada uno de nuestros sueños. 
Y descifras cada uno de mis miedos 
y te encargas de esfumarlos. 
Pude imaginarnos logrando todo desde que no me sueltas. No le llamo destino, siempre que te beso le llamo Dios. 
Y me quedo ahí sonriendo donde preguntas cada instante qué tengo. Y te tengo a vos. 

S.T.

11.8.20

Apolo

Te he pedido paciencia, porque en el arte de amar soy tan bobo. Porque te amo brusco, a gritos y sin freno. 
Porque me vuelvo un toro.
 Porque el vacío sería no amarte 
como si me quedara un día. 
Te miro y me dueles un poco:
por si te marchas, por si la ausencia,
 por si la vida. 
Te he pedido que abras los ojos, tus hermosos ojos, y te entren mis letras 
y se instalen y nunca olvides
 lo que ahora te escribo... 
               La paz que he sentido desde que puedo llamar a tu cuerpo: mi hogar. 
Te miro y me crezco un poco:
por si te quedas 
y me sigues viendo como el hombre invencible que a veces crees que soy. 
Por si lo logramos. ¡Que lo hicimos!
Te he pedido que esperes, 
que te quedes, que no me sueltes 
y juro que yo no me voy.
S.T.

6.8.20

La avioneta.

                                          (Me detengo. 
Porque mi camino comienza contigo.)

Pasaba por aquí para inmortalizar el día que se detuvo tu cora. 
Tenías esos ojos que brillan tanto que le dan vida a los míos. Y estabas tan hermosa que yo seguía divagando entre la duda y la euforia del :
               ¡Que suerte tienes cabrón! 
Y podía al mirarte ver el castillo que hemos construido. Y podía jurar que por dentro sonreías. Y que antes de que algo en tu pecho estallara, sentías un millón de búfalos corriendo dentro tuyo. 
         ¿Ya me dices muy bajito qué se siente
 ser el amor de mi vida?

S.T.