(Tenía tanto miedo de llegar a la cima, hasta que tomé tu mano.)
Pude imaginarnos como reyes del mundo desde que me llamaste tuyo.
Logré entregarte en su mayoría a mis demonios. Y lograste enamorar a los que quedaban sueltos. No le llamo magia, siempre que te veo le llamo amor.
Y me quedo en silencio, ahí sentadito donde me dejas a esperarte,
ahí donde construimos cada uno de nuestros sueños.
Y descifras cada uno de mis miedos
y te encargas de esfumarlos.
Pude imaginarnos logrando todo desde que no me sueltas. No le llamo destino, siempre que te beso le llamo Dios.
Y me quedo ahí sonriendo donde preguntas cada instante qué tengo. Y te tengo a vos.
S.T.
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