¿Qué caso tiene Sebastián?
Lo repites en la ducha. ¿Qué caso?. Me lo escribes en los espejos, en las paredes. ¿Qué caso? Me lo escupes en la comida. ¿Qué cojonudo caso? Me llamas y me gritas. ¿Qué caso, qué caso Sebastián, qué caso, qué? Llegas a casa me avientas un plato y me retumba ¿Qué caso? Vas a la cama, me la jalas y te sigues preguntando ¿Qué caso tiene?
Y te pasas las horas, de día en día, de mes a año amando sin sentido al pendejo de Sebastián.
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