(Con todos los hubiera escurriendo en mis manos, en mi pecho, nunca más en tu coño.)
Te hubiera enseñado cómo acaba el mundo. Te hubiera, mi vida, llevado al centro del volcán.
Yo, Sebastián Don Hubiera.
Te hubiera envuelto como tamal durante todo el invierno, desnudarte, bailarte y maldecirte con todos los carajos, con todos los diantres, con todos los a la chingada que puedan salir de mí. Te hubiera amado cada arruga como carretera. Te hubiera follado de lo lindo hasta el cansancio. Hasta el asco. Joder, Olivia, como animales. Como la bestia que soy. Hubiera. Que te hubiera sacado los ojos, que te los hubiera cocinado, que te los hubiera dado de comer en la boca. Que te hubiera terminado un centenar de libros, una noche, entre tus piernas. Todos escritos por mí. Hubiera, hubiera, hubiera. Tapizar tu organismo: La pastilla, coño, de la migraña, carajo, la de todas las "itis". Joder, joder, joder, la píldora, Olivia, la azul y la morada y la roja y la que no te hace nada pero te haces ideas. Te hubiera, bebiera, tuviera, jodida mocosa. Te hubiera puesto un anillo que cueste la casa y el carro y el culo. Hubiera, señora, bautizado todo lo que sigue sin nombre dentro de esa cabeza-calabozo que tienes pegada a los hombros. Tus reconchudos berrinches, tu falta de, tu sobra de. Tus dudas de, tus miedos, ascos. Tus ridículos, tus altos y bajos, tus dentros, tus eternos momentos fugaces, tu ironía, tu absurda manera de mirar el mundo, tu falta de un mundo, tus islas, tus mocos, tus pelos, tu existencia sin argumentos. Tu sonrisa, tus ojos, tu cuello. La misma mierda te hubiera amado, santificado. Hubiera, quisiera. Hubiera, no. Quisiera. Tomarte la mano en la calle más jodida de la ciudad más jodida del día más jodido. Te hubiera levantado, te hubiera enterrado, te hubiera enseñado, trastornado, te hubiera tanto, te hubiera todo. Quizás lo hago.
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