(Siempre pensé que llegaría el día, mi día. Ese, el que uno nunca olvida, el que uno cuenta mientras el mundo importa un carajo. Siempre pensé cariño, que llegarías antes, que no te irías nunca. Siempre, que yo era grande, un Dios, que yo era un roble con raíces como mares. Que tú eras blanca como la nieve y por dentro igual. Que me habías estado esperando, que un mundo nuevo se abría a tus pies cuando tus ojos buscaron los míos con tanta intención.)
-Te veías guapo, te veías mío. Te veías recio, te veías vivo, te veías lleno, te veías ebrio, te veías encabronadamente ebrio, te veías contento, el cabrón más contento de la pocilga.
Y me viste.
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