Cada vez que la veo caminar hacia mí siento que estoy entrenando para el altar
y mientras viene,
en mi mente repito los votos...
"sí, sí, en la salud y en la enfermedad,
sí, sí, en la exageración y la necedad,
sí hasta que ni la muerte nos pueda separar"
y me interrumpe: "¿Te vas a quedar ahí parado? ¿Me abres la puerta del auto?"
y susurro: "Acepto" y se ríe,
se ríe mucho y empiezo a escuchar campanas.
S.T.
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